
Utilidades Prácticas de la Tomografía en la Clínica de Pequeños Animales II (Columna vertebral)
APLICACIONES DEL TC EN PEQUEÑOS ANIMALES
Columna vertebral
La columna vertebral es otra de las zonas anatómicas en las que la TC se destaca por su precisión diagnóstica. Permite detectar microfracturas no apreciables en la radiografía convencional (Fig. 11) y es de gran utilidad para la planificación de cirugías destinadas a la resolución de fracturas conminutas, ya que puede mostrar con precisión el daño general a nivel óseo (Fig. 12), lo cual es imprescindible para decidir el tratamiento más adecuado.
A pesar de que ha quedado relegada como método de elección para el diagnóstico de las lesiones compresivas que afectan el canal medular, ha demostrado que resulta efectiva en un porcentaje muy elevado de casos. Ofrece la ventaja de que el paciente examinado no necesita anestesia prolongada, como cuando se utiliza la resonancia magnética, ni exige inyección intratecal de contraste, como cuando se emplea la radiología convencional. No obstante, en ocasiones, la inyección intratecal de contraste (mieloTC) se requiere para determinar si se trata de material discal herniado, mielomalacia, lesión tumoral o un tromboembolismo (Fig. 13 y 14). Estas patologías son prácticamente indetectables para los métodos de diagnóstico por imágenes convencionales. La TC, asimismo, es un método de alta precisión para la detección de las patologías que afectan el cuerpo vertebral, como neoplasias (Fig. 15 y 16), problemas degenerativos (Fig. 17 y 18) e infecciones.
Figura 11. Imágenes correspondientes a un canino macho de 5 años con antecedentes de paresia no ambulatoria tras sufrir un atropello. Las imágenes radiológicas no habían revelado daño evidente.
A-C. La TC identificó fracturas de ambas apófisis transversas de L1 (flechas). La compresión medular y la inflamación asociada al traumatismo pueden dar origen a este cuadro.
Figura 12. Imágenes correspondientes a un felino hembra de 1 año con traumatismo por caída desde gran altura.
A. Mediante radiografía convencional se habían diagnosticado una fractura vertebral y una fractura coccígea (flecha) y se propuso realizar una TC para valorarlas de forma detallada.
B y C. Las imágenes tomográficas permitieron diferenciar mejor las estructuras y comprender la morfología de las fracturas (flechas).
Figura 13. Imágenes correspondientes a un canino hembra de 5 años con dolor cervical de presentación aguda. Tras el estudio tomográfico cervical en vacío (sin contraste intratecal), se apreció una masa extradural hacia lateral del canal medular, a la altura del espacio intervertebral de C3-C4 (flechas). Este resultado se consideró compatible con extrusión discal.
Figura 14. Imágenes correspondientes a un canino macho de 8 años con paraparesia no ambulatoria de varios días de evolución. Se realizó una TC en vacío sin hallazgos relevantes. Dada la sintomatología, se decidió inyectar contraste intratecal, tras lo cual se observó desviación de las columnas de contraste entre L1-L2 y, menos significativamente, entre L2-L3 (flechas).
Vistas sagital (A), coronal (B) y axial (C).
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Figura 15. Imágenes correspondientes a un canino hembra de 9 años con antecedentes de tetraparesia no ambulatoria, con afección especial del lado derecho, sin signos de disfunción encefálica. Tras un estudio en vacío, se administró contraste intratecal e intravenoso. Éste fue captado por una masa que comprimía la médula, pues ocupaba el 70% del canal intramedular, ubicada a la altura del atlas y el axis hacia el lateral derecho (flechas).
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Vistas coronal (A), axial (B), sagital (C) y en 3D (D). Se consideró que el diagnóstico más probable era un meningioma, aunque para confirmarlo siempre es necesario un estudio histopatológico.
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Figura 16. A-D. Imágenes correspondientes a un canino hembra de 8 años con parálisis del tercio posterior de inicio agudo. Se observaron varias protrusiones discales de carácter crónico a lo largo de la columna. El hallazgo más significativo fue una fractura con lesión osteolítica que abarcaba el cuerpo y la lámina de la primera vértebra lumbar (A). Esta lesión, que no afectaba las vértebras adyacentes, era compatible con un tumor, como un osteosarcoma o un condrosarcoma. | ![]() |
Figura 17. Imágenes correspondientes a un felino macho de 3 años con dificultades en la micción de varios días de evolución. En el estudio tomográfico se apreció espondiloartrosis muy marcada en la articulación lumbosacra, con gran cantidad de osteófitos. Éstos invadían la salida del canal medular de la raíz nerviosa de L7, principal contribuyente del nervio ciático (flechas).
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Vistas axial (A), sagital (B), coronal (C) y en 3D(D). |
Figura 18. Imágenes correspondientes a un canino hembra de 9 años que, tras una evidente mejoría después de ser intervenida quirúrgicamente de dos hernias discales, manifestó empeoramiento neurológico. En el espacio intervertebral de T12-T13 se observaron destrucción ósea que afectaba ambos platillos articulares vertebrales y el cuerpo vertebral adyacente, así como depósito de hueso en la parte ventral de dicho espacio intervertebral. Estos hallazgos se consideraron compatibles con una discoespondilitis (flecha).
Vistas axial (A), sagital (B) y coronal (C).
Conclusión:
En conclusión, la TC ha demostrado ser el único método capaz de subsanar los impedimentos anatómicos que dificultan, en multitud de ocasiones, la obtención de imágenes de alta calidad, sin resultar invasiva y con mínimo requerimiento anestésico, lo que supone un riesgo menor.
Este artículo muestra tan sólo algunos ejemplos de los numerosos casos clínicos en los cuales la TC puede ser útil. Es de esperar que su empleo vaya en aumento conforme los tomógrafos se vuelvan más accesibles. Entre tanto, es fundamental el conocimiento por parte de los clínicos de las utilidades de esta técnica, ya que por desgracia aún no está incorporada a los protocolos de diagnóstico.
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